Hoy es treinta y uno....
–¿Qué día es hoy? –preguntó él, pues no estaba seguro
–Hoy es treinta y uno, Lorenzo –
–Entonces... –dijo sin terminar la frase.
–Lo que estás buscando está ..... ¡Lorenzo, espera!...
Pero Lorenzo ya no oyó las últimas palabras, pues salió corriendo. Al llegar se veía un puesto con una mesa y una silla a cada lado. A Lorenzo le latía con fuerza el corazón, podía sentir su pulso e iba directo hacia allí cegado por la emoción. Al llegar a pocos pasos, se quitó el sombrero y se paró frente a la mesa.
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