VIANDAS DE QUESO Y GOFIO
A Miguelito el pastor no le costó encontrar a Lorenzo, sabía dónde estaría a esa hora de la mañana a pesar de que el joven ese día no subió por el valle desde la costa, razón por la cual no le habían podido dar el recado. Solían quedar a la hora de comer, juntaban los ganados dejándolos con los bardinos mientras ellos compartían sus viandas de queso y gofio a la sombra de algún almendrero, aunque siempre con un ojo puesto en las cabras y ovejas. Pero las señas que le hacía Miguelito aquella mañana abanando con sus manos desde la ladera de enfrente no eran para eso y Lorenzo lo supo enseguida. Aquello tenía que ser para algo importante...
A Miguelito el pastor no le costó encontrar a Lorenzo, sabía dónde estaría a esa hora de la mañana a pesar de que el joven ese día no subió por el valle desde la costa, razón por la cual no le habían podido dar el recado. Solían quedar a la hora de comer, juntaban los ganados dejándolos con los bardinos mientras ellos compartían sus viandas de queso y gofio a la sombra de algún almendrero, aunque siempre con un ojo puesto en las cabras y ovejas. Pero las señas que le hacía Miguelito aquella mañana abanando con sus manos desde la ladera de enfrente no eran para eso y Lorenzo lo supo enseguida. Aquello tenía que ser para algo importante...
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