Una de aquellas noches, acurrucados juntos para dormirse, Candelaria lo sorprendió:
- Ahora ya sabes por qué -dijo ella, acariciándolo con sus manos-. Eso que tanto te preocupó todos esos años, ahora ya sabes por qué.
Lorenzo se viró hacia ella y se miraron durante unos instantes.
- Ahora ya sabes porque te elegí a ti, Lorenzo -continuó ella.- Tú llenas todas mis estancias.
Él no sabía que decir: ...Yo, Candelaria...- intentó responder.
- Ssshhh, no hace falta que digas nada, mi amor. Tú siempre eres muy bueno conmigo y me quieres mucho -siguió ella, abrazándolo por la cintura con ternura, recostados, apoyando su cabeza en él.- Los demás nunca me importaron, yo siempre supe que te quería a ti.
Ahora Lorenzo ya no hacía ningún esfuerzo, sólo quería escucharla a ella.
-Tú siempre me sorprendes. Puede que no siempre me entiendas, pero estás presente en todas mis ilusiones y mis sueños. Nunca tuve dudas de que era contigo con quien quiero estar.
- Y además, serás el mejor padre para mi hija -terminó de decir, llevándose ahora el brazo de Lorenzo bajo su cabeza y quedándose dormida.
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